Alas (relato moña xD)

Aquello no era corriente… era un ángel. Algo diferente, sabia darme todo lo que necesitaba en cada momento. Los tres primeros segundos, el día que la conocí, me bastaron para pensar en todas las cosas que algún día haríamos juntos. Por que no era común, era un ángel. Pasé varios minutos contemplándola, con ese enigma inclasificable… reía, disfrutaba de la compañía de los demás, acababan de presentarnos… y riéndose por un comentario, cogió mi mano instintivamente. Aquello no era corriente… me sentí vivo con ese insignificante gesto. Me fijé en todos los detalles… pantalones vaqueros demasiados anchos, tal vez para disimular algún que otro kilo de más, unas zapatillas comunes, una camiseta blanca. Un colgante de plata, muy sencillo… demostraba que había alguien que dominaba sus sentimientos.

Ese colgante, no muy llamativo y brillante, me recordó lo que pasaba, y que los pensamientos que tuve con ella no llegaría a ocurrir de verdad... es algo que me sentó como una puñalada en el pecho. No quería pero sin darme cuenta me empecé a alejar de ella. Algo instintivo, o tal vez fue el reconocimiento de una batalla perdida jamás librada. Empecé a abstraerme sin poder evitarlo y ella se dio cuenta de que pasaba algo, pero por mucho que indagara nunca abría imaginado que es lo que realmente ocurría por mi cabeza. Agarró mi mano fuertemente y me condujo fuera del grupo. Yo no sabia que pensar, la sensación de que todo era un sueño me abrumaba, la calidez de su mano, aunque un poquito áspera, me hacían sentir especial, algo que nunca había sentido. Ese calido sentimiento que brotaba de mi pecho haciéndose paso entre mis pensamientos optimistas y pesimistas, fue algo extraño. Pero ella seguía teniendo el colgante de plata en su dulce cuello...

…como un recordatorio constante que fortificaba mi pesimismo. Miró la mano que sostenía, mostrando una bocanada de timidez inexistente asta ese instante. -Que pasa?- no supe que contestarle. Metiendo sus manos en los bolsillos del pantalón, se balanceó de las puntas a los talones y dijo: -Si no quieres contármelo no pasa nada, pero sé que hay algo…- cada vez mi capacidad de permanecer mudo y no emitir sonidos ni por la respiración era más alta. De refilón vigilaba ese colgante… como un recordatorio constante que me obligaba a no saber que pensar. Me replanteaba una y otra vez mi capacidad para articular en mi cabeza, una cuenta atrás tres, dos, uno…

Es extraño.-empezó a decir, pero hubo un silencio incomodo. El, que evitaba la mirada de ella aunque no quisiera, aunque deseara someterse bajo sus ojos para siempre. -Veras... volvió a armarse de valor, aunque no quería estropear su relación con ella. -lo primero es que pase lo que pase y aunque suene egoísta quiero que sigas a mi lado, ya se que es extraño y que hace poco que nos conocemos, pero esto no es normal... -ella se mostraba algo conmocionada, sabia por donde iban los tiros, y algo dentro de ella tampoco quería perderle a el. Pero no estaba segura de lo que podía ocurrir. Copio las manos de el con cierta ternura y dijo.-Tranquilo, no pienses, no importa lo que pueda pasar o no. -pero en ese momento, instintivamente soltó una de las manos y se apretó el colgante contra el pecho. Viejos recuerdos le asaltaban velozmente por su mente, recuerdos que hicieron sentirse nostálgica, y a su vez un poco triste y agobiada por la situación...

Volvió a soltar el colgante con cierta tristeza y puso la mano que poco tiempo antes sujetaba el colgante cerca del cuello de el. - mejor no digas nada, puede que nos arrepintamos de esto dentro de mucho... puede que esta sea una locura pasajera, puede que te entre miedo o me entre a mi... -dijo mientras agachaba la cabeza para intentar ocultar sus ojos por que no querían volver a mirarle a los ojos. Al menos en ese momento. -pero.. Pero da igual si es una locura, da igual que si nos arrepentimos, ¿no nos arrepentiremos que no haya pasado? ¿Tanta locura te parece? pues si es una locura llámame loco, pero quiero estar contigo... - ella soltó las manos y se dio la vuelta rápidamente y con un tono de tristeza dijo: -no digas frases que terminan con un beso... - en ese instante empezó a correr y a su vez empezó a llover. El no volvió a verla ese día ni esa semana, pero seguía lloviendo. En esos siete días hubo dos cosas que no cambiaron, el agua que caía a la calle y los pensamientos hacia ella...

Seguía lloviendo. a el le gustaba mucho la lluvia, pero le recordaba ver a ella corriendo mientras se alejaba de el. Pasaba las tardes tumbado en la cama mirando por la ventana preguntándose que reflejarían sus ojos en ese momento, si pensaba en el o quizás en que lo que hizo. Demasiados pensamientos que evitaban dejarle dormir, daba vueltas en la cama con el único sonido de fondo que era el agua golpeando contra las ventanas. Su ángel había desaparecido, se arrepentía enormemente el hecho de que no hubiera corrido detrás de ella, abrazarla y besarla. Todo lo que hacia era maldecirse por que ya no veía un futuro ni siquiera al lado de ella como amigo o como su muleta que evitara que se cayera en algunas situaciones. Todo lo que antes tenia claro ahora se volvía caótico y confuso. Decidió despejarse un poco. Se ducho rápidamente cogio su paraguas y salio a dar un paseo. de pronto se dio cuenta de que ya no disfrutaba de la lluvia como antes, normalmente no cogia el paraguas y le gustaba mojarse y el frío ahora con la mirada perdida sin un rumbo fijo, con el paraguas sobre su cabeza se preguntaba si estaba bien lo que hizo, pero ya nada podía contestar a sus preguntas. Pero son darse cuenta llego al sitio donde la semana anterior le dijo todo lo que pasaba a su ángel y ella estaba hay, sin paraguas y a el le dio la sensación de que estaba llorando, pero no sabia si era cierto ya que no dejaba de llover...

No supe reaccionar. Me sentía rabioso por una parte, que hacia allí todavía? Pero por otra… sabía que habíamos llegado al mismo lugar… movido por el mismo sentimiento. A ella no parecía importarle que eso significara algo para mí. A ella no parecía importarle que me acercara poco a poco, paso a paso. A ella no parecía importarle que nos separaran pocos centímetros, como no parecía importarle que la sostuviera por la cintura… como no le importó que la besara. Dijo “NO”. Y la abracé. Dijo “nunca me hagas caso”. La besé de nuevo.


Fue en ese instante que me di cuenta… había conseguido dormir y soñar desde la última vez que nos vimos.

Se despertó algo desorientado, sin saber que pasaba exactamente, aun se le dibuja una sonrisilla en la cara, cuando de pronto, los inocentes golpes de las gotas contra los cristales le recordaron que era lo que pasaba. Volvió a cerrar los ojos con la vana esperanza de que no fuese un sueño, o no ese tipo de sueño... aun abrazado a la almohada que momentos antes era ella, pego su cabeza en ella y empezó a llorar. Solo el mismo sonido aleatorio de la lluvia ocultaba el sonido de su desesperación no podía seguir así solo quería verla. Quería saber, que es lo que pasaba por su cabeza, el por que corrió alejándose de el. El por que de todo... ¿por que?... tantas preguntas y sin ninguna respuesta, solo una persona podría responderlas...

muchas preguntas le corroían el cerebro, pero decidió que no podía seguir así tenían que cambiar las cosas, para bien o para mal... no sabia por donde empezar, no quería abrir los ojos por miedo a perder la única esperanza que solo residía en su imaginación no quería dejar de abrazar aquella almohada que por unos instantes era su ángel, no deseaba perderla, pero tampoco tenia que seguir así o al menos eso es lo que le decía su cabeza, que tenia que hablar con ella costase lo que costase. Pero su cabeza le decía muchas cosas, y ya no sabia que es lo que creer de lo que se decía, que era la verdad y que la mentira. Pero el seguía aferrado a aquella almohada como si su vida dependiera de ello. La apatía lo envolvía, y con su cara mojada, no por que seguía lloviendo fuera si no que el seguía llorando. No se fue sola el día que se alejo de el, ese fatídico día también se llevo muchas cosas, a el ya nada le importaba, solo su ángel el ángel que abrió las alas y le cubrió con calidez y ternura, y que volvió a desplegar las alas para escapar de todo. Con un lastre que ella jamás conocería que llevaba encima, o tal vez si?, eso es algo que solo los Ángeles pueden saber...

Abrió los ojos y vio el techo de su habitación era extraño, llevaba mucho tiempo sin salir de aquella habitación, pero parecía que hubieran pasado décadas desde que vio aquel techo. Ese techo ha sido su único manto que le protegía de todo lo de fuera. Ya que no se llevaba bien con su familia, ese cuarto se convirtió en su mundo. Algo que solo él podía entender e incluso añorar y amar, pero en ese momento no quería estar hay, se sentía agobiado bajo aquel manto de color blanco. Quería salir de hay y también quería ver a aquella persona. Lo estuvo pensando y después de darle muchas vueltas a todo se dio cuenta de que no había nada que le hiciera quedarse en ese cuarto, solo el mismo se lo impedía pero no era el momento de ponerse condiciones, no era el momento de sentirse esclavo de sus pensamientos, no mas cadenas impuestas por el mismo que lo apresaran. Al igual que en su sueño decidió cambiar las cosas. Se dicho rápidamente, se afeito y se aseguro de cortarse con la cuchilla un poco el dedo índice de la mano para asegurarse de que estuviera despierto. al momento se dio cuenta de que había cometido una estupidez. "idiota" se dijo y por primera vez en días sonrió aunque fuera amargamente, pero ya suponía un cambio de humor. El pelo, que aun lo tenía mojado, le caía por la cara y una simple brisa le provocaban escalofríos, eso lo relajaba ya que al igual que la lluvia, le encantaba el frío. Se vistió con lo primero que encontró y salio a la puerta. Vio el paraguas pero no lo cogio, abrió el cajón y cogio sus llaves y se dispuso a empezar a andar el camino que cambiarían mucho las cosas, para bien o para mal. Pero se sentía por alguna extraña razón optimista.

Al salir notó que ya no llovía tan fuertemente como en días anteriores. Al contrario, parecía que las gotas se dejaban caer levemente sobre cualquier superficie. Era una sensación agradable, lo cual le saco otra sonrisa aunque el no se dio cuenta. Se encaminó hacia aquel lugar… algo que nunca habría imaginado hacer el día anterior. No sabia que era lo que iba a ocurrir, pero eso no impedía que su imaginación volara sin restricción alguna. Fantaseaba con cosas imposibles, pero que le hacían seguir adelante. Paso tras paso, las alas, que sin querer, el mismo se puso se hacían más y más grandes rompiendo restricciones, protegiéndole y que le ayudaban a volar muy alto. Pero claro, todos conocemos la historia de Icaro… ahogado por sus fantasías e ilusiones que evitaban que pensara con claridad y lógica, fue a buscarla. Después de mucho andar y mucho preguntar supo donde podría encontrarla, en un viejo banco cercano a la estación de trenes. Según le contaron, era donde pasaba las horas muertas por que era el único lugar donde podía pensar libremente. A si que probó suerte y fue hacia allí. Armado con valentía a causa del miedo y cegado por las fantasías… cada vez estaba mas cerca de la estación, algo dentro de el le decía que no diera un paso mas, pero por otro lado sabia que tenia que hacerlo, tenia un presentimiento y era extraño. Dobló la esquina y vio la gran estación de trenes, nunca se había fijado en lo grande que era, ahora casi se sentía acongojado, parecía que le devolvía la mirada, apartó rápidamente la vista del edificio y empezó a buscarla. Al momento la reconoció. Juntó todas las fuerzas que le quedaban y lo mezcló con el poco valor que seguía en el y se acerco tímida y silenciosamente. Ahora estaba solo a cinco pasos, demasiados pensamientos le corrían por la cabeza, tenia ganas de correr, tenia ganas de alejarse de hay, pero también quería saber el final de todo esto. Cuatro pasos los separaban, ella aun no había notado su presencia. Tres pasos, deseaba abandonar su jaula de huesos y echar a volar. Dos pasos, el sonido de la bolsa que acaba de pisar hizo que ella saliera del ensimismamiento y se girara rápidamente, algo con lo que no habían pensado ninguno de los dos. Se quedaron mirando el uno al otro y el tiempo pasaba, la lluvia seguía. Ella se dio la vuelta como si no hubiera pasado nada, como si no lo reconociera. Como si solo hubiera visto una sombra. El se acerco mas a ella, buscaba sus ojos pero ella los evitaba…
-Quiero hablar contigo.-dijo al fin tartamudeando por los nervios.
-Creo que esta todo muy claro, ¿no?.- dijo sin siquiera titubear
-… Antes tanto y ahora esa mirada vacía. Te guardaré en el estuche para que no cojas polvo… – diciendo eso como despedida, diera la vuelta y se fue andando. No era el final que el quería, pero era un final y se sentía mejor. Ahora solo quedaba el, la lluvia y las alas de su imaginación…

Fin

(perdon por las faltas xD)